LA INFLACIÓN, ENEMIGA DE LA INNOVACIÓN

José Molero y Francisco Marín  / Vicepresidentes del Foro de Empresas Innovadoras (FEI).

Hoy, en las sociedades avanzadas, vivimos en un contexto donde la complejidad es un factor determinante. Nada es sencillo cuando se han alcanzado cotas de bienestar tan altas que son difíciles de sostener ante los embates de los distintos agentes perturbadores, las pandemias, las guerras, etc. Sin embargo, de tanta confusión, hay una idea que sale más reforzada en el intelecto común: las soluciones para mantener y progresar en lo alcanzado hasta ahora van a venir de la innovación, que a su vez bebe de la ciencia y la tecnología. Por eso ahora es tan oportuna la proclama “SIN CIENCIA NO HAY FUTURO, PERO SIN INNOVACIÓN TAMPOCO”.

En España, la dedicación de nuestros presupuestos públicos y de las inversiones privadas a las tareas de la Investigación, la tecnología y la innovación vienen estando, con trayectoria sostenida de décadas, muy por debajo de las que acertadamente dedican los países que lideran ese mundo en el que queremos vivir. Y sin esas energías imprescindibles, los recursos económicos, los otros componentes de la cadena de producción de valor tienen muchas dificultades para avanzar. Solo algunos elementos singulares, meritorios y a aplaudir, se destacan y toman un protagonismo que parece disimular la realidad que, a pesar de ellos, no deja de ser alarmante.

Ocupar la posición 30 en el ranking de países innovadores que elabora las Naciones Unidas debería ser un indicador que moviera con urgencia las decisiones de nuestros líderes, los públicos y los privados, para salir de esa posición en los próximos años. Y algo parece que se está moviendo, al menos en el entorno de la Unión Europea, donde a raíz de la crisis del COVID-19 y para luchar contra sus enormes impactos negativos, se han lanzado presupuestos muy relevantes dedicados a cambiar las bases de las economías de nuestros países. Fondos como los del NEXT GENERATION EU y otros muchos que constituyen nuestra red actual son apuestas firmes para construir sociedades más sostenibles e igualitarias basándose en la capacidad de riqueza que procuran la digitalización, la inteligencia artificial, la genómica, etc.

Con estos elementos parece que soñar con un mundo mejor, continuista del nivel alcanzado en los países de nuestro entorno, estaría en nuestras manos. Pero de repente, como una erupción de un volcán indeseado, aparece ante nosotros la inflación, con unos elementos clásicos, pero con componentes nuevos que supone una amenaza a ese camino que parecíamos dispuestos a recorrer.

En el contexto descrito nuestra preocupación es que la inestabilidad creada por la inflación tenga una repercusión particular sobre las actividades y los agentes que deben tener un protagonismo crucial para el desarrollo de los planes encaminados a dar un salto cualitativo en el papel de la innovación y el conocimiento en una economía enfrentada a grandes desafíos. Algunos de esos efectos son los siguientes.

En primer lugar, una dinámica no controlada de los precios dificulta seriamente el cálculo económico necesario para desarrollar cualquier proyecto inversor por la sencilla razón de que no se pueden prever los costes futuros de las actividades a emprender. Si la innovación es en sí misma una actividad sometida a la incertidumbre, la dificultad que añadiría una inflación elevada y de duración sostenida, no hace sino aumentarla y, por tanto, tendería a empeorar las expectativas que están detrás de los procesos de inversión a medio y largo plazo.

En segundo lugar, la falta o ralentización de inversiones incidiría negativamente sobre el crecimiento de la productividad y la competitividad de las empresas. Téngase en cuenta que solo un aumento sostenido de la productividad garantiza al avance simultáneo de todas las rentas derivadas de la producción; notablemente salarios y beneficios.

También se afectarían negativamente los presupuestos públicos destinados a la I+D+i en la medida que la subida de precios reduce la capacidad de compra real que los distintos programas tenían presupuestado. Los ajustes que ello implicaría no es el mejor de los mundos para procesos de futuro que están en sus fases iniciales.

Un riesgo más se añade si, como respuesta a una inflación acelerada, se acude a la subida de los tipos de interés para combatirla. La resistencia actual a esa subida no podría mantenerse indefinidamente y estaríamos en presencia de otro factor que afectaría negativamente a las decisiones de inversión y con más intensidad a las de mayor grado de incertidumbre y riesgo.

Por otro lado, si como viene siendo el caso en los últimos meses, la inflación en España es superior a las subidas de precios de los países con los que comerciamos, se deteriora nuestra capacidad de competir, dificultándose nuestras exportaciones y facilitándose las importaciones, lo que afectaría al equilibrio de las cuentas exteriores de nuestra economía.

Parece, por tanto, urgente y necesario adoptar medidas para combatir la inflación teniendo en cuenta la multiplicidad de causas que la alimentan. De una parte, hay componentes típicos de inflación de demanda en los casos donde esta evoluciona más rápidamente que la oferta de ciertos bienes y servicios, pero, de otra, la inflación a la que asistimos está alimentada también por otros muchos factores de coste y estructurales que demandan políticas complejas, más allá de las convencionales subidas del coste del dinero. Además, hay que tener en cuenta los menores grados de libertad para la política económica que supone la integración en la UE; en concreto, dos instrumentos clásicos, como el manejo del tipo de interés o el tipo de cambio de la moneda no están en manos de las autoridades económicas españolas.

Entre esa heterogeneidad de instrumentos, hay uno que nos parece de primordial importancia: el llegar a acuerdos sólidos para un reparto de rentas que evite la carrera desbocada entre subidas de precios y alzas salariales para defender su capacidad adquisitiva.

Artículo publicado en la versión impresa de «El periódico de España» (miércoles 11 de mayo de 2022)

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