LA INDUSTRIA, SIEMPRE LA INDUSTRIA
Hace unos días un grupo de 11 entidades relacionadas con la Innovación y la I+D presentamos un conjunto de 26 propuestas para que España mejore en su posicionamiento dentro de los rankings mundiales que ordenan la posición de los países en su comportamiento con la Innovación.
De esas propuestas hoy quiero detenerme en una en particular, la que se refiere a la relación entre la Industria y la Innovación. La número 2 relativa a la Regulación dice:
«Proponer que en el desarrollo de la futura Ley de Industria se tenga presente el relevante papel de la Innovación.
La futura Ley de Industria debe ser ambiciosa y claramente orientada a dotar de competitividad al desarrollo de actividades productivas en nuestro país. El marco legislativo general que afecta al sector industrial tiene que adaptarse a los evidentes cambios experimentados a lo largo de los años tanto a nivel normativo, como a nivel tecnológico, y proporcione el marco regulatorio necesario en el que encajen los cambios asociados a la transición energética y digital y a la transformación de la economía a un modelo circular y de cero emisiones.
La industria cuenta con una gran capacidad para impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación, por lo que es muy importante que en esta Ley se recoja el papel fundamental que la Innovación tiene y que, en su desarrollo colaboren todos los organismos implicados en cualquier política relativa a impulsar el desarrollo tecnológico, la oportunidad industrial y de autonomía estratégica. Para que realmente exista coordinación en prioridades de Estado, que cuenten con compromisos presupuestarios coherentes y sostenidos en el tiempo.»
Y esta propuesta merece totalmente su protagonismo en los días en los que el Ministro de Industria y Turismo acaba de plantear en el Senado la conveniencia de un Pacto de Estado para la Industria al mismo tiempo que anuncia que se está trabajando, de forma muy intensa, en la proposición de una Ley que se ocupe de plantear como ha de ser el comportamiento de España para las próximas décadas en relación con las actividades industriales.
Al escuchar a los responsables de dicho ministerio oímos buenas ondas que habrá que ver cómo se traducen en las disposiciones concretas, duraderas, transformadoras. Por ahora la música suena bien, pero la solicitud anterior para relacionar de forma estrecha Industria e Innovación no aparece de forma tan evidente. La justificación acerca de que existen otros órganos ministeriales con la competencia prioritaria en el tema no me parece una razón suficiente para que, tanto en la declaración de intenciones de la futura Ley, como en su cuerpo, aparezca evidente la inaplazable conveniencia de relacionar Industria e Innovación, con independencia del respeto a sus actuales dependencias gubernamentales.
Para apoyar lo correcto de esta aproximación no hay más que leer lo que propone la China actual, que como sabemos está plenamente decidida a liderar el mundo empresarial en las próximas décadas. En una reciente publicación lanzada a finales del 2023, el gigante asiático propone, con su estilo propagandístico habitual, lanzar el concepto de “Nuevas fuerzas productivas” que las define como “aquellas que significan una productividad avanzada liberadas de los modelos tradicionales de crecimiento económico”. Para que ellas existan, la propuesta dice que “es imperativo profundizar en las reformas para impulsar la innovación en ciencia y tecnología”.
Este concepto no se entiende para la industria de vanguardia sino también para todo el tejido empresarial, el clásico y normalmente la base del amplio conjunto de empresas que dan empleo a la mayoría de los ciudadanos en edad de trabajar.
No se trata de copiar nada, por supuesto, pero sí de conocer por donde van nuestros líderes en el mundo que se aproxima para, en la medida de nuestras ambiciones, tratar de competir en aquellos huecos y oportunidades que en cada momento decidamos como país.
Aprovechemos la ocasión que se nos brinda para avanzar decididamente en la regulación del tejido industrial de la España del siglo XXI y hagámoslo teniendo a la Ciencia, la Tecnología y la Innovación como los instrumentos que van a permitir su transformación en un sentido de mejora de nuestra mermada productividad.