I+D+I EN 2019: MÁS DE LO MISMO

El pasado 3 de abril, la Intervención General del Estado publicó la inversión del sector público español durante el año 2019. La cifra, que asusta por irrelevante (2.995 millones de euros), representa el 46,4% del Presupuesto anual, fijado en 6.366 M€. Otro año más, reiteradamente, tal y como lo ha hecho un informe de COTEC, se vuelve a poner el acento en el incumplimiento de los compromisos presupuestarios. Y esto, siendo, como es, verdad que la I+D+I es una de las partidas con menor ejecución de entre todas las del sector público estatal. Ya he comentado varias veces, en el pasado, que considero ese enfoque parcial, pero la aparición reiterada del mismo escenario me obliga insistir en lo que creo que es realmente importante en esta lamentable fotografía del esfuerzo que España dedica a las materias de I+D+I.

«La I+D+I es una de las partidas con menor ejecución de entre todas las del sector público estatal».

Estas cifras han aparecido en medio de la gran tormenta originada por la crisis del COVID-19 y, por lo tanto, han pasado desapercibidas ante la magnitud de las dramáticas noticias que han protagonizado estos días. Yo creo, sin embargo, que es justamente ahora, cuando las sociedades claman por soluciones urgentes, inmediatas, para evitar tanto sufrimiento, cuando la necesidad de haber apostado por una fuerte I+D+I en nuestra sociedad -que, de forma natural, desemboca en una industria con capacidades autónomas para encarar los grandes retos- toma su verdadera naturaleza de EXIGENCIA con mayúsculas. Por ello, no podemos dejar pasar esta nueva revisión de la inversión en 2019 para reclamar, con más fuerza que nunca, que pongamos una partida presupuestaria suficiente -decente, diría yo- en los próximos Presupuestos que, antes o después, tendrán que presentarse en las Cortes españolas.

No se trata -espero que se comparta- de hacer ligeros incrementos. sino -como ya se ha reclamado desde distintos ámbitos- de un GOLPE DE TIMÓN que permita llegar a cifras equiparables a los valores medios de la UE, siendo como somos una de las grandes economías de esta zona. Y no bastaría con el incremento de cantidades sino, sobre todo, de un cambio radical de los instrumentos que se ponen a disposición de los usuarios de las ayudas públicas. Habrá, entre otras medidas importantes, que ajustar a la baja las partidas asociadas al gasto financiero, en favor de las ayudas no reembolsables. Se verá, entonces, cómo el tan criticado incumplimiento presupuestario toma su verdadera dimensión, situándose en cifras cercanas al 10%.

Ahora bien, ante el razonable temor de que el sistema español no esté preparado para dar un salto asociado a ese crecimiento en las partidas de ayuda, se pueden contraponer algunos datos, que confío en que calmen dicha inquietud. Así, los proyectos presentados por entidades españolas a los programas de la UE – HORIZONTE 2020, entre otros – obtienen retornos positivos entre el 10 y 20 por ciento. Los que no lo consiguen (el 80% restante) no es porque sean cualificados bajos; antes, al contrario, en muchos de ellos ocurre por la limitación de los presupuestos europeos. En las convocatorias del CDTI, la tasa de financiación en las convocatorias competitivas está en entornos del 50 %, sucediendo también que muy buenos proyectos se quedan sin apoyo por la limitación de fondos. Por lo tanto, SÍ EXISTE cantera para poder asignar más fondos a esos buenos proyectos que, sin duda, ampliarían nuestra posición relativa en el marco de la competición mundial.

Y si hablamos de más proyectos, una buena forma de incentivarlos es apostar, de forma urgente, por los Macroproyectos Tractores, que en el año 2019 se definieron por la CEOE ante el Ministerio de Industria. Esos proyectos persiguen dar respuesta a las principales demandas de la sociedad española, para no descolgarse del grupo de naciones avanzadas. Soluciones para la salud, movilidad sostenible, comunicaciones 5G, agricultura basadas en soluciones tecnológicas, identidad digital para una ciudadanía protegida y un conjunto de misiones que darán oportunidades a los investigadores y a las empresas españolas que existen, claro que existen, en nuestro país.

En momentos de gran turbulencia -y no haciendo caso, en esta ocasión, a aquella máxima de no hacer mudanzas- es cuando se debe hacer lo que se viene reclamando desde hace más de una década: APOSTAR por una potente I+D+I pública, en la que las empresas puedan jugar su papel de creación y de difusión de las investigaciones básicas, haciendo que lleguen a la sociedad, y completando, de esa forma, un círculo virtuoso del impulso público.

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