UN NOTABLE EN ACUERDOS, UN SOBRESALIENTE EN OPORTUNIDAD

Desde que comencé este ejercicio de escribir regularmente en el blog he mantenido estrictamente el principio de opinar sobre lo que creo sé con el nivel exigible a alguien que quiere compartir con sus pares sus opiniones. Hoy voy a hacer una excepción que, si bien tiene puntos de contacto con mi tema favorito, reconozco que no es de mis materias conocidas. Me refiero a la reciente decisión de los agentes sociales, patronales (CEOE y CEPYME) y sindicatos (CCOO y UGT), que han firmado un acuerdo de revisiones salariales para los próximos tres años. Y lo hago para aplaudir su decisión y para extraer algunas conclusiones que podrían ser de utilidad para otros aspectos importantes de nuestro querido país.

Cuando se comenzó a atisbar la crisis derivada de la salida de la epidemia COVID-19 y de la aparición de una inflación galopante muchas voces autorizadas reclamaron la conveniencia de un pacto de rentas que distribuyese, de forma sensata y justa, los efectos de ambos elementos tan distorsionantes. Muchos ríos de tinta se quedaron atascados en el marco de la actual disfuncional política que impide al Parlamento, la casa de la soberanía popular, parir las soluciones que son exigidas por las técnicas económicas y por la sabiduría popular.

Y ya cuando se había perdido la esperanza de que esa herramienta tan reconocida por nosotros, los españolitos de a pie aún recordamos los tan citados Pactos de la Moncloa, van y aparecen, sin que nadie lo esperase y menos lo pudiese imaginar, los agentes sociales – un invento español de gran calado – que van y firman un acuerdo salarial que permite mantener la concordia en nuestras calles para un período tan relevante como el de la salida de la crisis y el final de la inflación.

Si se entra en el contenido de los acuerdos habrá seguro comentarios que apuestan por su mejora – todo en este mundo es perfeccionable sin duda alguna – y yo, reconociendo mis limitaciones en la materia, no voy a caer en esa tentación. Sí quiero destacar la coincidencia de dos maestros en la materia, los profesores José Molero y José Carlos Díez, que en dos publicaciones recientes han puesto el acento en algo sobre lo que hay que volver: la mejora de la productividad en la economía española. Y lo hago, convencido de que esa productividad en el siglo XXI y en una sociedad avanzada como la española no puede venir de otras fuentes que de la mejora en el uso de la INNOVACIÓN. Y he aquí que cierro el círculo de mis opiniones habituales: más esfuerzo innovador, en una sociedad capaz de pactar y de parar el ciclo inflacionista con la serenidad que lo está haciendo la población española, se merece un papel protagonista que recogiese lo mejor de cada casa.

Pues de productividad no se habla en estos acuerdos y sin embargo creo que, desde los Sindicatos y en fecha bien reciente, se ha lanzado una propuesta en ese sentido – relacionar las retribuciones con los incrementos de productividad- que podría ser merecedora de una reflexión muy serena.

Parece que España en su proyecto presentado a la Comisión Europea para los próximos años apuesta por un crecimiento importante de recursos dedicados a la I+D y a la Innovación. Voy a mirarme con mucho cuidado ese texto para extraer lo que en él se cita y compartirlo con los lectores en una próxima entrega de este blog. Hoy cierro con un reconocimiento a los que han demostrado que en España se puede acordar, guardando las respectivas creencias, pero buscando la mejora global. Eso es patriotismo.

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