TIEMPOS RAROS, LLENOS DE RIESGOS Y OPORTUNIDADES
Este mes se ha ido volando y desde que hice mi último escrito en este blog, no he tenido apenas tiempo de pararme a reflexionar, saltando precipitadamente de un asunto a otro en este post verano que parece tan alocado. Ayer encontré esos minutos para evaluar dónde estamos y encontrar la calma para volver a escribir estas líneas que se han convertido casi en una necesidad desde que arranqué su redacción en aquellos momentos tan lejanos ya de la epidemia COVID.
Estamos pendientes de saber quién va a dirigir los destinos de la cosa pública en España y muy pendientes de lo que sucede en este mundo que parece haber perdido la cabeza, envuelto en trágicas guerras y en disputas que parecen tan fuera de las que la ciudadanía quisiera ver resueltas. Consecuencia de la interinidad primera, los asuntos importantes parecen aparcados a la espera de que alguien los reanime y los termine.
Esto también afecta a mis queridos temas de la I+D y la INNOVACIÓN, pero hay que reconocer que, en este ámbito, nada se ha parado y en la elaboración del Plan Estatal de Investigación Científica, Tecnología e Innovación (PEICTI) nada se está quieto. Desde el MICIN se sigue empujando, de forma bien silente, la elaboración de un texto que deberá estar aprobado antes de que acabe el 2023.
La necesaria prudencia al tratarse de trabajos preparatorios nos lleva a guardar los juicios sobre el PEICTI hasta que se sepa su formulación final; no obstante, un reconocimiento expreso a la voluntad de no detener su elaboración y discusión. Es imprescindible tener una guía de por dónde transitar en los próximos años, tiempo en el que España se va a jugar su posicionamiento para las próximas décadas.
Tenemos un Plan, que se resume bien en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, concretado en el IMPULSO A LA AUTONOMÍA ESTRATÉGICA, a la que dediqué los dos últimos post, tenemos muchos fondos y una sociedad que ha cambiado de forma notable su actitud ante la modernidad en los últimos tiempos. Con esos mimbres se pueden y se deben acometer los retos de cambio que se nos están demandando. En estas últimas semanas he asistido a algunos eventos que me permiten afirmar con convencimiento que, en España las cosas están cambiando.
Una invitación de la Universidad Católica de Murcia (UCAM HiTech), para inaugurar su Curso de Dirección y Gestión de la Innovación, me permitió conversar con una audiencia de más de cien personas, representantes de las empresas, las instituciones y una buena representación estudiantil, todos muy comprometidos con el papel que la INNOVACIÓN tiene en la generación de riqueza para las sociedades.
La presentación del Barómetro Internacional de la Innovación que anualmente elaborada AYMING, la semana pasada nos permitió conocer como en España, comparada con esos otros 17 países donde se gesta este juego de indicadores, está progresando en el entendimiento del rol que la Ciencia, la Tecnología y la Innovación tienen para la mejora de la calidad de vida.
Estos dos ejemplos recientes, que se podrían replicar hasta la saciedad, son simplemente la punta del iceberg de una marea que crece y que plantea a los responsables públicos y a los gestores empresariales el enorme reto de acertar con las propuestas que presidan nuestros próximos años. Y de eso va el nuevo PEICTI, los nuevos instrumentos en los que usar los fondos (más de 166.000 millones de euros) que vamos a tener que invertir en la piel de toro.
Generar nueva riqueza es la condición necesaria para poder proceder después a una distribución más justa, que reduzca el gran problema de la desigualdad. Ese torrente de nuevos recursos solo va a venir de un uso inteligente del talento, animado por disciplinas que busquen la innovación, generadora de la productividad de nuestras empresas para competir en los mercados mundiales.
Tan grande responsabilidad nos debe animar a hacer un esfuerzo innovador para no repetir lo que ya hemos hecho hasta el presente y aspirar a que, tras esta última revolución industrial basada en la Digitalización y la Sostenibilidad, España, junto con otros países del Sur de Europa, aparezca en el panorama mundial con unos resultados que difieran mucho de los de las anteriores grandes transformaciones. Para ese esfuerzo nadie sobra, todos tenemos algo que aportar. Y el próximo PEICTI 2024-2027 debe tener un papel importante como guía para los que decidan actuar.