¿Queremos ser un país avanzado o trabajamos para quedarnos cómo estamos?

La semana pasada el foco estaba puesto en una de las amenazas más serias para que la Innovación pueda cumplir su papel en el proceso de creación de riqueza y mejora de las condiciones de vida de las sociedades que practican esa bienhechora actividad: la inflación.

En esta entrega periódica del blog me voy a detener en uno de los elementos básicos para la existencia de un proceso innovador que termine haciendo países innovadores. Me refiero al empleo cualificado y a su participación tanto en el sector privado como en el público. Parece fuera de toda duda que no hay futuro próspero y competitivo si la sociedad no apuesta por la sabia combinación de ciencia e innovación. Y por ahora, hasta que en un mundo utópico las máquinas sepan generar ambos elementos sin la participación del homo sapiens, el único elemento en la naturaleza con poderes para cambiar las cosas en el sentido de su mejora sostenible sigue siendo el ser humano.

Tratamos, por lo tanto, de poner en el centro de los procesos de transformación positiva la capacidad de los humanos para producir conocimiento que se transforma en riqueza. Y de eso iba el debate que el pasado lunes 9 de Mayo tuvimos en el seno del FORO DE EMPRESAS INNOVADORAS (FEI), entidad en la que tengo el honor de ser Vicepresidente. Este año el FEI ha decidido dedicar unos huecos en su activa agenda a que algunos de sus miembros ilustren con su experiencia demostrada al resto del Foro de algunos detalles relevantes para el mundo que nos toca vivir. José Varela, responsable del Servicios de Estudios de la Unión General de Trabajadores (UGT), presentó tres trabajos que han desarrollado, bajo su dirección, desde el pasado Noviembre del 2021, con los títulos: DIGITALIZACIÓN DE LA EMPRESA ESPAÑOLA, DIGITALIZACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA y EMPLEO TECNOLÓGICO EN EL MERCADO LABORAL ESPAÑOL. Haber elegido la digitalización como uno de los parámetros para evaluar nuestra apuesta por el progreso es totalmente acertado al ser este elemento, sin discusión alguna, uno de los más transformadores de la sociedad del siglo XXI.

Todos estos textos están en la WEB del Sindicato y para su elaboración se han apoyado en fuentes de datos serias, tales como INE, Banco de España, OCDE, EUROSTAT, CNMC, entre otros.

Me voy a detener en este escrito solo en dos de los tres informes, dejando el relativo al del empleo para una posterior ocasión. Vaya por delante el reconocimiento al trabajo de mi compañero del FEI, José Varela, cerebro de estos trabajos, al que con independencia de que comparta o discrepe de algunas de sus conclusiones, hay que reconocer su relevante aportación a un debate crítico para la sociedad española:

¿Queremos ser un país avanzado o trabajamos para quedarnos cómo estamos?

En el primer cuadro resumen, obtenido de datos INE, sobre la posición de la empresa española en los años 2020 y 221 destaca la caída en el gasto TIC en cifra relevante. Nos colocamos en valores del año 2017 y si bien hay que relativizar estos datos debido a la tan cacareada pandemia, también es cierto que ha sido la digitalización uno de los vectores que más nos podían ayudar a minimizar el impacto de la crisis.

Me llamó mucho la atención el cuadro en el que se dejaba en evidencia la falta de presencia de especialistas TIC y de formación en la materia que se evidencia en las microempresas y en las pequeñas y medianas. El cuadro, también con fuente en INE, deja ver el déficit con que nuestro tejido productivo encara su proceso de transformación.

Estas posiciones, insatisfactorias, se resumen en el cuadro, con datos de EUROESTAT, sitúa a España en el contexto de los países de la Unión Europea.

Con estos tres fogonazos, que se ven completados en el informa con otros muchos datos, es evidente que, desde el ámbito empresarial nos queda mucho por hacer para salir de esas posiciones. Lo que es más significativo es que ese fallo que el INE pone en evidencia para el sector empresarial se ve, desgraciadamente coincidente, con el ámbito público donde las cifras son bien elocuentes, tal como reflejan los siguientes datos provenientes del segundo informa al que hice referencia anteriormente:

      • El 94% de las administraciones locales y, al menos, un 30 del total de las CCSAA nunca vuelcan sus estadísticas TIC en forma abierta.
      • Todavía hay tres CCAA sin un plan de transformación digital aprobado y en marcha.
      • En el año 2020 se dedicó menos del 2% de los presupuestos locales del total de las CCAA a las TIC, lo que representa un 47% menos en comparación con 2019.
      • Menos del 0.5% del personal público de las CCAA se dedica a las tecnologías de la Información.
      • Un 70% de las Administraciones Locales no dispone de un plan para reducir la Brecha Digital de la Ciudadanía.
      • En los últimos trece años, la inversión en TIC por parte de la Administración General del Estado en ningún momento ha superado el 5% del Presupuesto Global.

Estamos, por lo tanto, ante un problema que afecta a los motores de una sociedad para encarar su imprescindible cambio. Tanto el Sector Público como las empresas deben acometer con radicalidad inevitable su zambullida en el mundo digital si queremos que, tras este proceso de Regeneración, Transformación y Resiliencia, España cambie de aspecto, tal y como en otros asuntos se ha realizado en los últimos cuarenta años.

El Plan España Puede y sus múltiples proyectos de Reforma e Inversión contienen los ingredientes para el cambio. Dependerá mucho de cómo los llevemos a cabo para que, dentro de unos años, podamos presumir de digitalización como ahora lo podemos hacer de infraestructuras viarias o ferroviarias ( con la excepción de Extremadura, que no se olvide).

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