OPTIMISMO VERSUS PESIMISMO

La semana pasada, tras la publicación de mi último artículo;” Ya es hora de acelerar, el año 2022  está aquí”, he recibido diferentes reacciones con mensajes abiertamente contrapuestos. En unos, algunos amigos lectores me indicaban, como elemento positivo, un optimismo que animaba la perspectiva del año 2022. Por otro lado, y discordante con los anteriores, se veía la posición como pesimista, dominada por una visión declinante de la jugada.

Estos mensajes me han hecho reflexionar sobre cómo actúan, en la elaboración de una postura concreta, los distintos elementos de la realidad que se contempla. Y he tratado de ponerlos en orden. He aquí lo que resulta de ese ejercicio de racionalizar una realidad compleja.

Estamos ante un conjunto de elementos retardatarios que persiguen el mantenimiento del estatus quo y que dificultan el avance hacía una sociedad más justa y equilibrada.

Empezando por la falta de un acuerdo entre las fuerzas con representación política en los parlamentos que deben regir los destinos de la ciudadanía. Siendo natural las diferencias entre las distintas opciones políticas, es incomprensible que no exista en un país tan antiguo como el nuestro, un conjunto de asuntos en los que llegar a un acuerdo de largo recorrido que nos lleve a situaciones mejores en el contexto de la competición mundial por una vida mejor.

Acompaña al déficit anterior la existencia en la Administración Pública de nuestro país de un conjunto de actitudes que dificultan, basados en razones de reiteración de “siempre se ha hecho así” o de defensa de posiciones grupales, los inevitables cambios que han de acompañar el progreso de las naciones. Más allá de las diferencias políticas entre las opciones existentes, frecuentemente se identifican resistencias que inviabilizan las reformas sin que exista en los responsables políticos una firme decisión de mantener los cambios que se persiguen.

A estas limitaciones descritas, se acompañan la ausencia de proyectos de largo recorrido, al estilo de lo que ahora denominamos Misiones, que permitan cambiar aquellos elementos heredados de un pasado que no queremos ver continuado en el futuro. Cambiar la estructura industrial del país, basada en una Ciencia que sepa llegar a la ciudadanía a través de la Innovación y que procure equilibrios territoriales y de género, deberían de ser objetivo de todos para mejorar la vida de la mayoría.

Pero no todo es negativo, encuentro también elementos positivos en nuestro momento alrededor de algunos factores que describo a continuación. Tenemos en España unos agentes sociales, empresas y trabajadores, que han comprendido bien su rol protagonista a la hora de conformar un futuro mejor. Su actitud ante las crisis, sus respuestas ante los retos son activos positivos dentro de la inevitable confrontación entre sus respectivas posiciones con intereses divergentes.

Hemos elaborado como respuesta a esta última crisis sanitaria y económica un conjunto de proyectos empresariales potentes, plenamente en sintonía con las exigencias del momento – digitalización, sostenibilidad – que, cuando se concreten, seguro que cambiarán el panorama del tejido empresarial, y por lo tanto social, de España. Esta posición no ha salido de repente como las setas, por el contrario, es el resultado de una transformación empresarial que constituye un activo relevante para el futuro.

También hemos conocido que nuestro entorno natural de crecimiento, Europa, en sus expresiones políticas y sociales, ha elegido una senda distinta de las anteriores a la hora de apostar por la salida de la última crisis. Y con ello, la opción para un país como el nuestro de sumarnos a la ola de progreso y modernidad se nos presta como una oportunidad óptima.

En ese convencimiento del rol transformador de la I+D+I se basa la insistencia en el mensaje de que apostar con recursos y reformas las propuestas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España debería ser uno de esos objetivos que conciten el consenso de la mayoría. No subirse a ese tren ahora que está pasando por nuestras estaciones será desaprovechar lamentablemente una ocasión para toda una generación.

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