LOS MEJORES PROPÓSITOS PARA EL 2025
Si se escucha lo que se comenta año tras año cuando comienza la andadura del nuevo ciclo, se repite, de forma contundente, que los ciudadanos hacemos en estos días propósito de acometer aquellas cosas que más nos interesan y que, también de forma reiterada, no cumplimos. De esa forma se llenan nuestras agendas de deseos de perder peso, ir al gimnasio, aprender idiomas, emplear más tiempo en la lectura, etc.
Yo no me voy a referir a ese tipo de deseos en este mi primer blog del año. Voy a tratar de diseñar lo que debería ser una agenda motivada de los buenos actos a realizar para mejorar en los tan debatidos asuntos pendientes de la INNOVACIÓN en España. Y lo hago convencido de que estamos en una coyuntura propicia para acometer este reto que nos acompaña, muy posiblemente, desde hace varios siglos atrás.
El primer condicionante positivo para encarar tales tareas graves es la condición del entorno económico en el que nos desenvolvemos. España acaba de cerrar el 2024 con cifras récord de empleo, con crecimientos en el PIB por encima de lo esperado y con una composición de las balanzas de pago superadoras de las composiciones de los años anteriores, en favor, esta última de las exportaciones de valor añadido. Es en este escenario en el que son más viables las oportunidades de transformación como las que se exigen a los países que quieren avanzar en el progreso profundo de sus sociedades.
El segundo de los elementos positivos radica en la orientación dibujada en las políticas europeas para el nuevo mandato de la Comisión de la UE, recientemente aprobada por el Parlamento. Bajo las luces de los informes Letta y Draghi, la innovación y la industria, en un contexto de autonomía estratégica, marcan senderos por los que avanzar en las líneas que coinciden con nuestros retos a superar. Por lo tanto, también en el marco más amplio, el europeo, las cosas pintan favorables a la tarea que deberíamos acometer.
Existe un tercer elemento que hay que poner en valor y es las recientes cifras de las inversiones en I+D en España en el año 2023, con datos positivos sobre todo en el crecimiento de las actividades privadas que han acompañado, de forma sostenida, el avance de lo público consecuencia de los proyectos NGEU. Con esos mimbres y la expectativa de que los datos del 2024 van a ser también correctos, se puede pensar en que disponemos de un tejido empresarial más comprometido con la I+D y la Innovación del que teníamos hasta hace pocos años.
Sostenidos por estos pilares, mis mejores propósitos para el 2025 se van a desarrollar en algunos grandes ejes transversales y en un conjunto de hechos puntuales, centrados en el primer semestre del año. Los elementos que, en mi opinión, dominan las actividades a acometer en este arranque de años son los siguientes:
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- La Ley de Industria y Autonomía Estratégica que se discutirá en el primer semestre del año. Una ley que supere la vigente, que data de finales del siglo pasado, y que debe servirnos para acometer las mejoras de productividad exigidas por el actual marco competitivo a nivel mundial.
- La discusión del próximo Programa Marco de la UE que deberá empezar a funcionar el 2027 pero que tiene que emplearse muchos meses antes de su aprobación por el Parlamento Europeo. España debe tomar posiciones de liderazgo en las nuevas formulaciones de las Ayudas de Estado en ese marco que Letta indica como la Libertad para la INNOVACIÓN.
- La ejecución de las importantes partidas contenidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, incluyendo su Adenda, que deben de movilizar grandes recursos de capital privado para el cambio en profundidad del tejido empresarial español. Nuevos fondos, nuevas ayudas, muchas nuevas plantas productivas que se animan a venir a instalarse en nuestros pueblos, animados por una energía competitiva, un talento reconocido y unas condiciones de estabilidad exigidas, son los mimbres para que cuando se acabe este ciclo abierto por la crisis de la pandemia COVID termine, España sea un país muy distinto de como era cuando arrancó el siglo XXI.
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De forma más concreta, los primeros meses del año 2025, deberían estar presididos por actuaciones orientadas por las grandes líneas anteriores y aterrizadas en hecho concretos. A modo de avance, desde mi compromiso con el proyecto y desde el Foro de Empresas Innovadoras (FEI), considero que las principales actuaciones deberán estar alrededor de los siguientes hitos:
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- Enero: avances en los Puntos definidos dentro de las Políticas Específicas de Innovación y que han sido acordados con el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades como factibles en el corto plazo.
- Febrero: debate público sobre la Ley de Industria que necesitamos, buscando movilizar el interés de amplios sectores sociales alrededor de este importante elemento regulador.
- Marzo: empuje de las avanzadas ideas del Plan Estratégico del CDTI, una vez que ya se ha reforzado su constitución como consecuencia de su actualización de categoría a nivel 1.
- Abril: en el caso hipotético de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el 2025, haber conseguido incluido en su formulación las mejoras fiscales para la I+D y la Innovación de manera que se les excluyera a la hora del cómputo del Impuesto Mínimo de Sociedades.
- Mayo: acompañar la puesta en marcha del Plan Estratégico de las tecnologías Deep-Tech en el marco de las actividades previstas en el Plan Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2024-2027.
- Junio: concreción de las ideas de España alrededor del nuevo Programa Marco de la UE, tras el debate que se deberá haber arrancado en las primeras semanas del año.
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Un plan lleno de ambiciosos objetivos, factible si se ponen los recursos para acometerlo e inevitable si se quiere avanzar en la solución radical del problema sempiterno de nuestra inadecuada posición en el ranking de países innovadores.
El riesgo de formular esta lista de propósitos es que, pasado su tiempo, habrá que revisar su nivel de cumplimiento. Prefiero ponerme colorado por no alcanzar esas metas a aparecer como despreocupado por los temas urgentes que tenemos pendientes.