LAS ENERGÍAS NOS ESTÁN QUITANDO EL SUEÑO
Si estudiamos las preocupaciones que la ciudadanía expresa a través de las encuestas de opinión más recientes, sobresale, destacadamente, la inquietud por los costes de la vida que no paran de crecer en los últimos meses. Y no creo que sea una exageración afirmar que ese incremento desbocado de los precios tiene mucho que ver con el papel inflacionista que está jugando la energía en todos los procesos y sectores productivos, desde el de las materias primas hasta el de la distribución.
Ese proceso de alza de los costes tiene, sin duda alguna, múltiples y diversos orígenes. Para colmo y como la guinda de este muy incómodo momento, la guerra que nos asola tiene unos impactos en el precio que como europeos estamos pagando por las energías fósiles, materias en las que nuestro entorno socioeconómico no está precisamente sobrado. Y esa certeza nos debería haber llevado, animados por la tan célebre autonomía estratégica a haber tomado decisiones políticas tendentes a reducir nuestra tan temida independencia. Por el contrario, y basadas en razones inexplicadas, pero sí que evidentes, en las últimas décadas se formularon las políticas que hacen que hoy estemos pagando tan altos precios y sufriendo por ello esta tormenta inflacionista.
¿Alguien recuerda cuando España, primer país de Europa en horas solares, implantó un impuesto a la producción de energía solar que frenó de forma rotunda una carrera de éxito en nuestro tejido empresarial enfocado a los productos y soluciones provenientes de esta energía limpia y ahora también barata? ¿Cómo es posible que esa medida que dio al traste con esas iniciativas emprendedoras haya quedado en el olvido sin que nadie saque consecuencias de lo arriesgado que es tomar medidas contra el sentido común sin que se paguen ningún coste por ellas?.
También Alemania, tan afectada en estos días por la amenaza del corte de los suministros de gas y petróleo provenientes de Rusia, seguro que se está planteando lo errado de su alta dependencia de las energías fósiles a pesar de su decidida apuesta por las alternativas, singularmente la eólica marina. Hoy es más evidente que nunca que los caminos más a mano no deberían nunca anular la necesidad del esfuerzo creativo que naciendo de la Ciencia producen las Innovaciones que aseguran la calidad de vida de las sociedades que así arriesgan.
Políticas, siempre políticas que de ser acertadas tienen consecuencias positivas y que, de enfocarse torcidas, equivocadas, acabamos pagándolas en múltiples aspectos. Ahora, en estos tiempos, en incrementos del coste de la vida y en el retraso en las expectativas de crecimiento tan esperadas una vez que hemos vencido a la pandemia del COVID-19. No podremos aplazar mucho un debate muy profundo sobre si las decisiones que como europeos hemos venido tomando alrededor de la energía y su dependencia estratégica han sido acertadas a la vista de las decisiones que los otros grandes líderes mundiales – USA y China- adoptaron y que parece que les han dado resultados bien diferentes. Este tema merece un espacio más amplio al que no renuncio.
Mientras tanto y empezando por lo más cercano, nuestras soluciones nacionales, en esta semana, el próximo jueves 21 de abril, voy a dirigir el encuentro del ciclo FUTURIBLES en la ciudad de Cáceres con el lema de las Energías Renovables y con la participación de la Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera y del Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. En ese encuentro, que, como en anteriores eventos, revisará el estado del arte de la Innovación en nuestro país, vamos a poner el foco en el PERTE de Energías renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento, que con tanto acierto se ha incluido en el programa ESPAÑA PUEDE.
Este PERTE permitirán movilizar de forma directa más de 16.300 millones de euros, con el potencial de generar más de 280.000 empleos. Se cuentan con la aportación de 3550 millones de euros públicos que apalancados en 5300 millones de euros privados potenciaran otros 7400 millones de euros adicionales en el contexto de los restantes programas transformadores.
El programa, según se puede leer en la presentación del PERTE, consta de los siguientes grandes ejes de actuación:
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- 25 medidas transformadoras, articuladas como instrumentos específicos de inversión, que movilizarán más de 3.500 millones de euros de fondos públicos, encaminados al desarrollo de la tecnología, conocimiento, capacidades industriales y nuevos de modelos de negocio, y su implantación en el tejido productivo del país.
- Energía NextGen: Un marco de seguimiento de proyectos integrales en transición energética que combinen distintos instrumentos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para lograr avances significativos en transición energética en ámbitos sectoriales o económicos concretos.
- 17 medidas facilitadoras en cuatro grandes áreas de actuación que contribuyen a los objetivos del PERTE generando un entorno tecnológico o de capacidades humanas, así como estimulando inversiones desde el lado de la demanda, que generen efecto tractor sobre las capacidades y cadena de valor que se pretenden desarrollar y consolidar, integrándolas en los sectores productivos.
- El desarrollo de un sistema de seguimiento, evaluación y puesta en valor de las capacidades, conocimientos y cadena de valor en transición energética, que permita cuantificar el impacto de este PERTE así como del sector de la transición energética a la economía y al empleo, y generar un sello de calidad asociado a la cadena de valor nacional que permita dar a conocer el portfolio de empresas, capacidades y tecnologías de diseño y fabricación españolas a consumidores e inversores a nivel nacional, europeo e internacional.
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Ahora cuando los avances científicos, llevados acertadamente a los desarrollos productivos, nos permiten aprovecharnos de fuertes avances en la competitividad de las soluciones renovables, no hay disculpa alguna, más allá de las eternas trabas de los interesados en que nada cambie, para no atacar con decisión y firmeza el cambio de las fuentes energéticas en nuestro contexto europeo y mundial. Con ello tendremos un crecimiento menos sujeto a vaivenes energéticos y a un planeta donde la existencia esté menos amenazada por los cambios que solo los muy ignorantes interesados se atreven a negar en estos tiempos tan ajetreados.
Tecnologías más competitivas y accesibles para otra forma de disponer de energías sostenibles, son la consecuencia de unas acertadas apuestas en la I+D y la Innovación que redundarán en la mejora de la vida de la ciudadanía.