LA SOCIEDAD CIVIL

En los últimos años la agria crítica de la ciudadanía acerca de los responsables políticos, que en las democracias elegimos libremente, se ha convertido en el lugar común de las conversaciones de café y hasta traducirse como protagonista en los estados de opinión que recogen las encuestas serias al respecto. El culmen de este problema lo acabamos de ver en la desgraciada tragedia de Valencia. No es esté el lugar para ahondar en ese asunto, pero cuando quiero pensar sobre el rol de la ciudadanía en esos entornos de libertad me ha parecido imprescindible aportar ese brochazo de contorno. Aquí me quedo.

Lo que me está preocupando mucho últimamente es la falta de consideración que los ciudadanos, como protagonistas de nuestra historia, estamos teniendo a la hora de ejercer nuestras obligaciones y nuestros derechos en el campo de conformar fuertes estructuras cívicas que jueguen ese papel de cooperador crítico con los poderes públicos que elegimos libremente.

Me refiero, para ser más preciso, a las organizaciones que a lo largo de este proceso complejo de organizar las sociedades avanzadas constituyen el entramado que le da consistencia a la vida en común: asociaciones profesionales, colegios profesionales, asociaciones vecinales, clústeres sectoriales, círculos empresariales, círculos universitarios, sindicatos, asociaciones de vecinos y de padres de alumnos, etc.

No sé si me equivoco, pero me parece que estamos dejando de ejercitar una de nuestras más relevantes actuaciones: avivar el protagonismo que como ciudadanos libres tenemos en nuestras sociedades avanzadas. Y eso, además de malo, las debilita dejando paso a uno de los síntomas más perniciosos de los últimos tiempos: la información que sabiendo que es falsa se difunde abiertamente al no tener contrapesos que demuestren sus perversas intenciones.

Si las organizaciones civiles, firmemente constituidas por ciudadanos formados y conscientes, fuesen capaces de opinar, a través de sus propios órganos de expresión, de aportar su experiencia y conocimiento a la vida en común, algunos de los males que nos afectan se podría ver acotados, limitados en su efecto corrosivo. No ignoro que el papel protagonista de esta epidemia lo tienen los medios de comunicación que no ejercen su rol de informar verazmente. Soy consciente de que mi propuesta de reforzar los contrafuertes de la sociedad civil, elaborando posicionamientos y propuestas basadas en la verdad, es una respuesta parcial al problema, pero algo es algo.

Competir por tus ideas, disputar lo que crees que no va bien, son principios a los que los ciudadanos conscientes no deben nunca renunciar. Falsear la realidad para perseguir destruir al rival con inexactitudes, no actuar con la exigida trasparencia en esos procesos, te puede permitir ganar, pero no triunfar que es lo que queda cuando el ruido se desvanece y solo queda lo cierto, lo alcanzado, lo construido. Se propone no reproducir en el ámbito civil los indeseados métodos que parecen haberse instalado en los dominios de la política. Algunos ejemplos recientemente vividos en mi entorno me hacen temer que estemos en la senda equivocada.

Las asociaciones empresariales del siglo XXI deben jugar un papel muy importante en los momentos en los que la colaboración público-privada está llamada a ocupar un papel relevante en la configuración de sociedades más inclusivas, más justas. En el caso concreto y parcial de la I+D y la INNOVACIÓN la llamada a la participación de ambos segmentos está reclamada a gritos desde todos los ámbitos.

Los recientes posicionamientos de Europa con sus últimos informes nos invitan a defenderla como vía para sostener los valores en los que creemos. Y para ello, tener en las dos partes de la mesa a participes que representen bien los intereses, que como países de ese grupo tenemos por delante, se va a convertir en un factor clave del éxito de esa colaboración. Confundirse en las alineaciones es empezar mal el partido donde nos jugamos mucho.

Hay que seguir desde la sociedad civil, cada día más, discutiendo, conversando, creando opinión fundada y que responda a los intereses de sus miembros.

Comentarios

  • Jose Maria Insenser

    17 de noviembre de 2024

    Totalmente de acuerdo, Paco.

  • Pedro Mier

    7 de noviembre de 2024

    Muy de acuerdo contigo Paco y muy oportuna tu reflexión

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