LA LEY DE LA CIENCIA, LA TECNOLOGÍA Y LA INNOVACIÓN APROBADA

El pasado día 23 de Junio, en el Congreso de los Diputados, se aprobó, sin ningún voto en contra, la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Este hecho, singular en si mismo en el panorama del Parlamento español, es la continuidad de un largo período en el que las leyes que se refieren a estos asuntos concitan extrañas unanimidades. Vaya por delante mi sincera felicitación a las tres mujeres que han liderado este proceso, la Ministra Diana Morant y las dos Secretarias Generales, Teresa Riesgo (innovación) y Raquel Yotti (investigación), por su empeño en conseguir no romper la regla del consenso y por esforzarse en involucrar a la sociedad civil en la discusión de tan relevante norma.

Y justo, recién pasado el momento feliz por su reciente aprobación, salta a la palestra lo inevitable: la urgencia por seguir peleando para que se construya una ley que tenga el honor de abordar los problemas de los tres ámbitos que cubre su ambicioso título. Lo hemos dicho durante todo el recorrido de discusiones alrededor de la norma recién aprobada, esta ley no resuelve más que parcialmente los asuntos de una parte de su ámbito: el de una parte de los investigadores públicos. El resto de los temas que se sobrevuelan, todos con buenas intenciones, dejan muchos aspectos pendientes de resolver.

Empezando por lo positivo hay que destacar el acierto político de poner en el texto aprobado el compromiso plurianual de llegar al 1.25% del PIB para la inversión pública en el año 2030. De cumplirse -lo que no está asegurado pues en la Ley aparecen las excepciones para que esto no ocurra- se habrá puesto la primera piedra para acercarse a las cifras de nuestros competidores más activos.

Pasando de inmediato a los asuntos pendientes – de forma muy telegráfica- hay que ponerse manos a la obra a resolver los siguientes temas que no se han tratado en la forma adecuada en la presente Ley:

      • La eliminación de las barreras contra la I+D y la Innovación que siguen vigentes en algunas leyes.
      • La simetría entre los tratamientos para los sectores públicos y privados a la hora de compartir el talento público.
      • La gestión adecuada de la propiedad industrial en los procesos de cooperación entre ambos sectores.
      • El tratamiento fiscal incentivador de la I+D y la Innovación en el proceso de creación de valor.
      • La inclusión de las tareas técnicas y de certificación
      • La puesta en valor de la innovación como el elemento imprescindible para que las ventajas de la ciencia lleguen a la sociedad.

Esta lista no es exhaustiva; estoy seguro de que me dejo muchos aspectos, pero, sin duda, los citados en la relación anterior deben estar en la agenda del Ministerio y me atrevo a confiar que así va a ocurrir pues del buen saber y voluntad del equipo que lo dirige no me cabe ninguna duda.

En próximas entregas de este blog, que no quiere ser reiterativo, pero tampoco ligero en sus posicionamiento, continuaré en las persecución de la mejora de estos aspectos tan importantes para las sociedades avanzadas. En coherencia, iré desgranando los detalles de cada uno de estos apartados. Ya encarando el periodo de verano intenso, cabe darse un cierto tiempo para disfrutar del mantenimiento de un consenso que debiera servir para perseguir hitos más ambiciosos. En el pasado no se ha hecho, confiemos ahora, otra vez más, en el futuro.

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