GRIS BALANCE DE UN AÑO PARA LA INNOVACIÓN EN ESPAÑA

Diciembre se nos ha venido encima y aunque faltan días para que se termine y la actividad legislativa en España, envuelta como está en mil batallas judiciales, parece no darse respiro alguno, para la Innovación, nuestro tema tan querido, no se esperan alteraciones substanciales en lo que nos queda de año.

Llamados, por lo tanto, a un balance de cierre, he revisado lo que en estos doce últimos meses he publicado en mi blog – www.pacomarinperez.com – y he visto que el foco de mi atención se ha concentrado en unos cuantos asuntos relevantes: La ley de la Ciencia y la Innovación, los fondos NEXT GENERATION EU, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, los PERTES y nuestra sufrida posición como país en los rankings de innovación mundiales. Nada ha cambiado, de forma substancial, en las tomas de posición expuestas a lo largo de los artículos publicados.

Si embargo, en estos últimos meses, además de los temas anteriormente citados, han ocurrido algunos asuntos que tienen un fuerte impacto en el tejido empresarial español relacionado con la Innovación. Destacan, entre ellos, la positiva aprobación de la llamada “Ley de Start up” y los muy negativos ataques que, desde distintos Ministerios con protagonismo espacial en el de Hacienda, se han producido alrededor de los incentivos fiscales y las ayudas a las actividades de I+D e Innovación. Es difícil de entender que un país que tiene índices tan malos en los rankings mundiales de I+D e Innovación siga revisando a la baja los estímulos con los que en el resto de los países competidores se anima la actividad empresarial, imprescindible para mejorar nuestras posiciones competitivas.

¿Por qué perjudicar las bonificaciones a la Seguridad Social del personal investigador en las empresas, instrumento que está demostrando un efecto tractor muy relevante en los últimos ejercicios? ¿Por qué alterar los plazos para aplicarse los beneficios fiscales de ejercicios anteriores con un efecto retroactivo de dudosa legalidad? La única explicación suponible tiene que ver con un deseado control del gasto público lo que, de confirmarse, evidenciaría la ignorancia por su parte del efecto anticíclico que tienen esas medidas, limitando la mayor capacidad de generación recaudatoria en el medio plazo que tienen estas actividades disruptivas.

Estos últimos ataques que se han conocido en los últimos meses, algunos aún en vías de concreción, han sido recibidos por el conjunto de empresas firmemente involucradas en la creación de valor por las vías de la creación de novedades como un ataque frontal incompatible con el discurso que, desde otras órbitas gubernamentales se hace para animar a avanzar en nuestra retrasada posición competitiva.

La debilidad explícita en el apoyo a la Innovación en la recientemente aprobada Ley de la Ciencia (“y de la Innovación”), los problemas crecientes en el arranque de los primeros PERTES aprobados y ya concursados y los ataques expuestos en el párrafo anterior, hacen que terminemos el año con un sabor de boca muy agridulce. Este año que debería haber sido de claro y decidido avance en estos asuntos, en resumen, no ha sido como se esperaba. Las cifras del INE publicadas en el pasado mes de Noviembre, en las que se recoge un incremento fuerte en las Inversiones (que no gasto) en I+D en relación con el PIB durante el año 2021, se deberían haber traducido en un impulso evidente en las actividades regulatorias y en los concursos que se han abierto para activar la capacidad transformadora del programa ESPAÑA PUEDE.

En estas últimas semanas, un atisbo de esperanza se anuncia con la elaboración, por parte del Ministerio de Ciencia e Innovación, de un Plan para la Transferencia y la Cooperación. Este documento, aún en fase de cierre definitivo, abre las posibilidades de corregir las ausencias llamativas en la última Ley aprobada y nos dibuja un año 2023 lleno de oportunidades para el debate y la mejora. Confío mucho en que esta iniciativa liderada por la Secretaria General de Innovación mejore, de forma importante, este sombrío panorama con el que cerramos el 2022.

En paralelo, el FEI y la Comunidad IND+I están elaborando una serie de propuestas específicas para las Políticas de Innovación. La feliz coincidencia de ambas iniciativas nos sitúa en el primer trimestre del 2023 con un intenso reto por delante: hacer que España abandone su actual situación en las posiciones internacionales de Innovación.

Con estas ideas y conscientes de que el resto del planeta camina de forma muy acelerada por la senda de construir sociedades digitales, sostenibles, no tenemos otra vía que conduzca al progreso que la de dar cambios radicales a las prácticas que nos han dominado en estas dos últimas décadas. Muchas de ellas tienen un origen en Europa, donde, estando allí nuestras soluciones, tenemos que estar más activos defendiendo nuestras singularidades. Un buen ejemplo de esto, lo tenemos con los acuerdos alcanzado en el terreno de la energía que nos han permitido estar en estos días en posiciones más ventajosas en los términos de la inflación. La próxima Presidencia española de la UE en el segundo semestre del año debería ser una buena oportunidad para situar en el debate lo que debe cambiar, también en la UE, si queremos que nuestras posiciones como bloque ante los otros grandes competidores (USA y CHINA) no se sigan viendo perjudicados.

Tendremos ocasión en los próximos artículos de este blog para profundizar en qué hacer, cuándo y cómo. Nos espera un apasionante 2023.

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