COOPERACIÓN, UNA PROPUESTA CON MUCHAS CARAS

Si hay una palabra reiterada hasta la saciedad en los últimos tiempos, esa es COOPERACIÓN. Y en verdad, esa bienintencionada acción ha sido un movilizador permanente del progreso de la humanidad desde que se tiene conciencia clara de su existencia.

En estos meses en los que, sin duda alguna, nos estamos jugando el futuro de las próximas generaciones, dentro de un marco siempre difuso como es Europa, las referencias a una de las vertientes de esa forma de coordinarnos con nuestros próximos, la COOPERACIÓN PÚBLICO-PRIVADA, están en primera línea. En la última publicación de este blog, yo mismo contaba su protagonismo en el Encuentro de AMETIC en Santander, para llamar la atención en la repetida referencia que casi todos los ponentes – los públicos y los privados – hicieron a esta forma de trabajar.

Sigo insistiendo en que para que esos dos ámbitos, claramente identificados, puedan cooperar es imprescindible crear el necesario elemento de confianza entre ellos; y esta como mejor se construye es desde la obligación de gobernar el tema compartido de forma coincidente, cada uno respetando sus zonas de competencia, pero dando muestras claras de transparencia y convergencia. Las semanas pasan y seguimos sin señales claras en este sentido. Me temo que vamos a tener que insistir mucho antes de que haya fumata blanca en ese conclave.

Sin embargo, y sin restarle ninguna relevancia a ese ámbito dual, existen, en nuestro mundo complejo, otros lugares donde la imprescindible colaboración, basada en el mutuo deseo de hacer cosas juntos, también tiene un gran papel. Me refiero a la COOPERACIÓN PÚBLICA-PÚBLICA y a la necesidad de que en sociedades que han distribuido sus tareas de gestión de lo común entre diversas administraciones, exista también una voluntad de trabajar por objetivos coincidentes, compartidos.

Y ese objetivo, en un país como el nuestro, en el que coexisten entre tres y cuatro niveles de gestión solapadas en relación con el mismo ciudadano, esa voluntad es una necesidad imperiosa. Administración Central, Administraciones Autonómicas, Diputaciones cuando las hay y Ayuntamientos, constituyen un entramado donde las posibilidades de cooperar son inmensas, pero también las de tirar cada uno por su lado, cada mochuelo a su olivo.

En el concreto entorno de la utilización de los Fondos Europeos – que hay que insistir van mucho más allá de los de RECUPERACIÓN, TRANSFORMACIÓN Y RESILIENCIA – las oportunidades de cooperar son muchas y casi yo me atrevería a decir que inevitables. Sin embargo, cuando uno se mueve en esos ámbitos, el local y el autonómico, y escucha los comentarios que dominan estos asuntos, la preocupación por la ausencia de una transparente y conocida estrategia de cooperación es muy importante y, por lo tanto, tremendamente inquietante.

Por ello, a la imprescindible cooperación entre los sectores público y privado, se une además la conveniencia urgente de explicitar cómo se está orquestando la colaboración entre los distintos actores de los sectores públicos entre ellos. Y aparece aquí un triángulo que con sus tres vértices bien equilibrados podría dar mucha más estabilidad al alto edificio que queremos – debemos – construir para llegar alto. Este tripartito requeriría de un acrónimo que insistiendo en lo ya apuntado sería la COOPERACIÓN PÚBLICO-PÚBLICO-PRIVADA, la inédita CPPP.

Esa coincidencia que, en algún otro tiempo y otro lugar se dio, ocurre cuando existe un objetivo común que anima a los distintos actores a buscar un guion compartido, unas metas coincidentes y un futuro mejor para todos. En el pasado, ese punto de convergencia surgió alrededor de un elemento que aglutinaba a los diversos, y que, por algunos autores ya en siglos anteriores, se identificó con un entorno común, no necesariamente enfrentado a otros sino como el que hacía viable el progreso.

Nuestro pasado ha neutralizado ese concepto y hoy no hay casi nadie que se refiera a un objetivo compartido cuando se dibujan los mejores deseos de futuro. Sin embargo, su identificación es imprescindible si queremos buscar algo que cimiente el pegamento necesario para poder ponernos todos a buscar algo común, por encima de nuestras legítimas diferencias, estatales, autonómicas o locales.

Es necesario, yo diría que altamente conveniente, que se produzca ese empeño constituyente y que se busquen las condiciones en las que sea viable la definición de cómo queremos ser en las próximas décadas, en las cuales, si lo hemos hecho bien, el planeta deberá ser más sostenible y por lo tanto se abrirán nuevas oportunidades para seguir discutiendo, cada mochuelo desde su olivo.

Escribir comentario:

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.